En el mes de octubre, líderes mundiales y expertos en migraciones se reunieron en Nueva York en el marco del Diálogo de Alto Nivel sobre la Migración Internacional y el Desarrollo de la Asamblea General de la ONU. Los participantes discutieron el creciente impacto de las contribuciones de los migrantes a las economías y realidades sociales de los países miembros, así como la necesidad de incluir la migración como un punto clave en la agenda del desarrollo.
Fragmento de un artículo escrito por Andreina Seijas, enero 2014
La última crisis económica mundial llevó a la reconfiguración del marco socio-económico, particularmente en América Latina, donde los flujos migratorios intrarregionales se han incrementado significativamente como resultado de la disminución de oportunidades de empleo y el refuerzo de políticas migratorias en Europa y los Estados Unidos. Países como Argentina, Brasil, Chile y Uruguay se han convertido en destinos populares para los migrantes internacionales.Todos los países de la región se están beneficiando enormemente de la interconexión demográfica y comercial, con una excepción: Venezuela.
El boom económico duró hasta mediados de los años ’80, cuando el colapso en los precios del petróleo perjudicó severamente a la economía venezolana. El estándar de vida de los venezolanos cayó de forma drástica, como resultado de políticas económicas fallidas, aumentando los niveles de corrupción en el gobierno, los índices de la pobreza y el crimen. Fue durante este período que, por primera vez, un número significativo de venezolanos decidieron ir en búsqueda de mejores oportunidades en el exterior.
Aunque no existen registros oficiales del número exacto de venezolanos que residen en el exterior, entre 1999 y 2013, algunos expertos estiman que cerca de 1 millón de venezolanos han salido del país, un 3,5% de la población.
Debido a su proximidad geográfica y cultural, Colombia es el destino predilecto de los migrantes venezolanos en América Latina. Algunos creen que el boom del petróleo en Colombia en la actualidad puede adjudicarse directamente a una rara mezcla de expertos: miles de profesionales venezolanos de alto nivel a los cuales se les prohibió trabajar en la industria luego del Paro Nacional de 2002 y 2003. Además de Colombia, los venezolanos se han desplazado a Miami, Ciudad de Panamá y Madrid, y cada vez más se los detecta en lugares no convencionales como Sydney, Calgary y Santo Domingo.
Este y otros estudios revelan que, además de ser una fuente importante de remesas, los migrantes promueven también el espíritu emprendedor y la transferencia de conocimiento y herramientas cruciales para el crecimiento y bienestar de los países de origen. La diáspora venezolana ha comprendido generalmente profesionales de alto nivel. Si a esto le agregamos los miles de jóvenes venezolanos que durante 14 años han obtenido sus títulos de educación superior en el exterior, contamos con una base profesional sólida con potencial increíble. ¿Cómo podemos aprovechar este capital humano para beneficiar a Venezuela?
El Instituto de los Mexicanos en el Exterior (IME) coordina una larga lista de iniciativas a través de la red consular que apunta a fortalecer los lazos entre ciudadanos mexicanos: aquellos que viven en México y los que viven en el exterior. A través del “Programa 3×1,” por ejemplo, los mexicanos que viven en Estados Unidos pueden invertir directamente en sus comunidades de origen. Por cada peso mexicano provisto por migrantes, el estado federal y los gobiernos municipales contribuyen con un peso adicional.
Los venezolanos en el exterior también se están moviendo en esta dirección. VenMundo, una red no partidaria de venezolanos viviendo en Canadá, Chile, Estados Unidos y España, ha armado una serie de propuestas que incluye un censo exhaustivo de la población migrante venezolana y un programa de incentivos para migrantes que vuelven. Aún así, todavía faltan mayores recursos y voluntad política para que estas ideas puedan tomar vuelo.
Fuente: http://www.revistavenezolana.com/2014/01/el-lado-positivo-del-exodo-venezolano/
Fragmento de un artículo escrito por Andreina Seijas, enero 2014
La última crisis económica mundial llevó a la reconfiguración del marco socio-económico, particularmente en América Latina, donde los flujos migratorios intrarregionales se han incrementado significativamente como resultado de la disminución de oportunidades de empleo y el refuerzo de políticas migratorias en Europa y los Estados Unidos. Países como Argentina, Brasil, Chile y Uruguay se han convertido en destinos populares para los migrantes internacionales.Todos los países de la región se están beneficiando enormemente de la interconexión demográfica y comercial, con una excepción: Venezuela.
Durante años Venezuela fue un destino popular entre migrantes. Particularmente entre las décadas de 1940 y 1970, miles de inmigrantes europeos y de otros países latinoamericanos (particularmente Colombia) vieron a Venezuela como un lugar ideal para escapar de guerras civiles, dictaduras y crisis económicas. En ese entonces, el país sudamericano contaba con una economía pujante y era una de las naciones políticamente más estables del hemisferio occidental.
El boom económico duró hasta mediados de los años ’80, cuando el colapso en los precios del petróleo perjudicó severamente a la economía venezolana. El estándar de vida de los venezolanos cayó de forma drástica, como resultado de políticas económicas fallidas, aumentando los niveles de corrupción en el gobierno, los índices de la pobreza y el crimen. Fue durante este período que, por primera vez, un número significativo de venezolanos decidieron ir en búsqueda de mejores oportunidades en el exterior.
Aunque no existen registros oficiales del número exacto de venezolanos que residen en el exterior, entre 1999 y 2013, algunos expertos estiman que cerca de 1 millón de venezolanos han salido del país, un 3,5% de la población.
Debido a su proximidad geográfica y cultural, Colombia es el destino predilecto de los migrantes venezolanos en América Latina. Algunos creen que el boom del petróleo en Colombia en la actualidad puede adjudicarse directamente a una rara mezcla de expertos: miles de profesionales venezolanos de alto nivel a los cuales se les prohibió trabajar en la industria luego del Paro Nacional de 2002 y 2003. Además de Colombia, los venezolanos se han desplazado a Miami, Ciudad de Panamá y Madrid, y cada vez más se los detecta en lugares no convencionales como Sydney, Calgary y Santo Domingo.
Sin embargo, hay un lado positivo frente al drama y la fuga de cerebros. De acuerdo con Michael Clemens, estudioso en el Centro de Desarrollo Global en Washington, D.C., la emigración presenta muchos beneficios escondidos para el país de origen. En una publicación reciente sobre migración calificada y desarrollo, Clemens plantea que “incluso si los migrantes no regresan a sus países de origen, transfieren dinero, habilidades, tecnología e incluso ideas democráticas; sus historias motivan las inversiones en educación en los países de destino; y logran expandir sus oportunidades de vida, cosa que no habría sido posible si no se hubieran mudado.”
Este y otros estudios revelan que, además de ser una fuente importante de remesas, los migrantes promueven también el espíritu emprendedor y la transferencia de conocimiento y herramientas cruciales para el crecimiento y bienestar de los países de origen. La diáspora venezolana ha comprendido generalmente profesionales de alto nivel. Si a esto le agregamos los miles de jóvenes venezolanos que durante 14 años han obtenido sus títulos de educación superior en el exterior, contamos con una base profesional sólida con potencial increíble. ¿Cómo podemos aprovechar este capital humano para beneficiar a Venezuela?
Una diáspora comprometida es condición sine qua non para el desarrollo de países con alto número de emigrantes. No hace falta ir muy lejos para encontrar ejemplos. México — un país que, distinto a Venezuela, tiene una larga historia de migración — ha descubierto el ingrediente secreto: conectar la migración al desarrollo.
El Instituto de los Mexicanos en el Exterior (IME) coordina una larga lista de iniciativas a través de la red consular que apunta a fortalecer los lazos entre ciudadanos mexicanos: aquellos que viven en México y los que viven en el exterior. A través del “Programa 3×1,” por ejemplo, los mexicanos que viven en Estados Unidos pueden invertir directamente en sus comunidades de origen. Por cada peso mexicano provisto por migrantes, el estado federal y los gobiernos municipales contribuyen con un peso adicional.
Los venezolanos en el exterior también se están moviendo en esta dirección. VenMundo, una red no partidaria de venezolanos viviendo en Canadá, Chile, Estados Unidos y España, ha armado una serie de propuestas que incluye un censo exhaustivo de la población migrante venezolana y un programa de incentivos para migrantes que vuelven. Aún así, todavía faltan mayores recursos y voluntad política para que estas ideas puedan tomar vuelo.
Fuente: http://www.revistavenezolana.com/2014/01/el-lado-positivo-del-exodo-venezolano/